Gonzalo Zarauza nos explica que, asimismo, “los colores nos comunican mensajes constantemente, los cuales estamos acostumbrados a recibir e interpretar de forma casi inconsciente“. El problema ha sido que las tradiciones y la idiosincrasia de cada cultura les han asignado a los colores un reguero de connotaciones positivas y negativas cuyo efecto se ha visto reflejado en la percepción que las personas tienen sobre cada uno de ellos.
En lo que respecta al amarillo, el cristianismo lo asoció con el azufre del infierno. En el medievo, una bandera amarilla alertaba de la existencia de una epidemia de peste, así que los enfermos tenían que vestir de ese color. ¿Y quién no ha oído hablar de la prensa amarilla, aquella que se vale del sensacionalismo para vender más, aunque pierda el reconocimiento entre los periodistas más veraces? ¿O del pánico que, en el teatro, le tienen al amarillo, al que le achacan muchos de sus males solo porque Molière —yo creo que es una leyenda más— murió vestido de ese color al interpretar su obra ‘El enfermo imaginario’?
Pero no todos tienen opiniones negativas. Para muchos, el amarillo representa calidez, creatividad y optimismo, así como autocrítica, análisis, racionalidad. También es el color del sol y la vida, del oro y la fortuna.
En mi caso, el amarillo no me gustaba, pero era una decisión que no tenía nada que ver con lo expuesto arriba. Simplemente, no me agradaba, y es por ese hecho que lo he utilizado en esta colección. Ella me ha permitido enfrentarme a mis fobias estéticas para entenderlas mejor, darle una oportunidad a este color y conseguir así eliminar la connotación negativa que tenía el amarillo en la balanza de mis sentimientos y la cual no me beneficiaba en absoluto. De ahí nace ‘The Yellow Gardens’.
En esta colección, el amarillo es el color dominante, eso sí, rodeado de belleza, como si fuera un jardín oriental en la oscuridad en el que solo las piezas más relevantes cobran protagonismo. En ellas, se observan diferentes amarillos obtenidos del óxido ferroso que contrastan con las tinieblas, las sombras y el misterio que transmitiría una obra de Caravaggio. Sin duda alguna, esta experiencia me ha reafirmado que no se puede ni se debe aborrecer algo sin conocerlo o solo por su apariencia, pues cuando profundizamos en ello, puede que nuestra percepción cambie.
“Conocerte, querido amarillo, me ha permitido amarte para siempre.“
- Créditos
Peluquería: Gonzalo Zarauza @ Centro Beta
Fotografía: David Arnal
Retouche: Javier Villalabeitia
Maquillaje: De María
Estilismo: Visorifashionart
Productos: Montibello