1. Usa doble protección
Esto incluye el uso de protectores solares que salvaguarden el cabello del sol y otras agresiones, pero también de gorras, sombreros o pañuelos que supongan un escudo físico a tantos y tan continuos enemigos. Hay que tener en cuenta que cada agente externo afecta al cabello de una determinada manera: la radiación UV altera los pigmentos de color del cabelloo, reseca mucho y fragiliza la queratina, además de robar a las melenas todo su brillo. El viento enreda el cabello, lo ensucia más y provoca que al desenredarlo la fibra sufra y se vaya debilitando. La arena irrita mucho el cuero cabelludo y provoca sensibilidad. El cloro modifica el color y seca el cabello, atacando a las grasas naturales protectoras del mismo. La sal marina, por su parte, cristaliza sobre la fibra capilar y abre las puntas. El calor también inflama e irrita el cuero cabelludo y resta nutrición.
2. Cuidado con los peines al salir del agua
Justo después del baño el cabello es especialmente frágil, por eso, antes de desenredarlo es necesario aplicar un acondicionador sin aclarado o el mismo protector solar capilar, para ayudar al desenredado mientras se nutre el cabello. Hay que hacerlo siempre con un peine de púas anchas y evitando tirones que puedan romper la fibra.
3. Ahora sí, hay que lavar el cabello todos los días
Olvida todas esas recomendaciones de que lavar el cabello a diario es malo. Tanto si nos sumergimos en el agua del mar como en el de la piscina, es imprescindible lavar bien el cabello para eliminar restos de salitre o de cloro. ¿El mejor aliado? Un champú purificante, pero suave y de uso frecuente, y acompañarlo siempre de un acondicionador, con o sin aclarado, o de un aceite o sérum, según los gustos.
4. Mucha mascarilla, ¡y en seco!
Mínimo dos veces por semana hay que aplicar una mascarilla capilar que repare e hidrate en profundidad el cabello, pero el truco está en hacerlo en seco. No importa tanto el tiempo de exposición –bastaría con dejarla 10-15 minutos–, como hacerlo en seco antes de lavar el cabello, porque el agua impide que el producto penetre en la fibra capilar y no sirve para nada. Después de aplicar la mascarilla, lavar el cabello de forma habitual.
5. En cabello coloreado, extrema las precauciones
Los cabellos coloreados o con mechas sufren especialmente en verano: son más porosos y por lo tanto más sensibles a las agresiones externas. Los rubios claros se oxidan mucho y los rojos son los más sensibles a la pérdida de tono. Por eso, el uso de champú, acondicionador o mascarilla, así como de aceites y sérums se hace imprescindible.
6. Las melenas rubias deben bajar la intensidad
Es recomendable que antes de los días de sol y playa, en la última visita al peluquero, se apueste por un rubio algo más oscuro porque la exposición solar, el cloro y el salitre ya aclaran de por sí el cabello. Con especial atención a los rubios dorados y miel, que son los que más se aclaran y tornan hacia tonos indeseados. Los rubios beige y platino sobreviven mejor porque el verano los potencia.
7. Los pigmentos son obligatorios
Los champús, acondicionadores o mascarillas con pigmentos ahora, sí o sí, serán los aliados imprescindibles para el cabello coloreado o con mechas. Utilizados siguiendo los consejos de cada fabricante, su acción es fundamental para mantener la intensidad del color y el brillo a salvo de las continuas agresiones que el verano supone para el cabello y para neutralizar los tonos indeseados.
8 . Sé fiel
Hay que evitar ir a un salón de belleza diferente durante las vacaciones. Los mayores desastres de color ocurren cuando buscas una peluquería para un retoque de emergencia en tu destino de veraneo... Es entonces cuando la catástrofe está casi asegurada. Si es imprescindible, se puede pedir al estilista de confianza la fórmula que utiliza en sus trabajos de color y el margen de error disminuirá.