La fidelización permite estar más o menos seguro ante lo que puede suceder en nuestro entorno y es el mejor medio de no tener competencia, aunque como en todo, no se debe bajar la guardia. Otro valor añadido, es que asegura poder prever aproximadamente cuáles van a ser los ingresos y optimizar en consecuencia los recursos disponibles. Unos clientes fidelizados son también clientes a los que acompañas en muchas etapas de sus vidas y que pasan a formar, por tanto, parte de la tuya. Es, en definitiva, la conformación de una comunidad que evoluciona y crece con el profesional y su negocio, y de la que hay que estar atento para proporcionar en todo momento lo que demanda.
“Fidelizar es atraer al público a tu negocio y eso es algo que requiere tiempo, paciencia y constancia, porque está ligado a la confianza. Las relaciones deben crearse poco a poco y no se pueden forzar. En el caso de los peluqueros, tratamos con el público de una forma cercana y directa, y aunque puede parecer complicado, no lo es, el control lo tienes tú, sin intermediarios. Por tanto, toca ser un poco psicóloga para comprender y satisfacer los gustos y preferencias de cada persona. No todos somos iguales ni nos gustan las cosas de la misma manera. Fidelizar es crear un lazo, un vínculo humano y creo que justamente eso es una de las cosas que más me gustan de mi profesión”, asegura M.ª José Llata, directora de Peluquería Llata Carrera.
Para fidelizar debemos ser empáticos con el entorno en el que vivimos, el barrio, el pueblo, para adaptar nuestros servicios y el trato al público, aunque siempre partiendo de la premisa del máximo respeto. El motivo es que, aunque todos acudimos al salón a cuidarnos, hay quién también quiere sociabilizar y quién, en cambio, demanda un servicio más exclusivo. “Hacer que tu clientela se sienta cómoda es fundamental para que quieran repetir. Aquí entran en juego muchos factores: tú calidad técnica, sin duda, pero también que el espacio, el ambiente, cumpla con sus expectativas, que pueden ser diversas. Por eso es importante conocer el entorno que te rodea. La peluquería es mucho más que corte y color y quién entienda que es mucho más, sabrá cómo fidelizar”, explica Ulises Mesa, director de Ulises Peluqueros.
La fidelización se alcanza también ofreciendo un servicio diferenciado y diferenciador que se desmarca del resto de salones del entorno, provocando así que ya no sean competencia. Y para diferenciarse es necesario saber qué te hace único. Cada profesional cuenta con unas preferencias, aptitudes y una personalidad que previamente deben ser estudiadas y analizadas por él mismo. Conocerse nos da seguridad y nos ayuda a tomar las decisiones adecuadas. “Para fidelizar, debemos tener muy claro cuál va a ser nuestro discurso, nuestro mensaje y la forma en la que vamos a hacerlo. Y, para eso, debe haber primero un autoanálisis, cabe preguntarse qué cosas se nos dan bien, qué cosas nos gustan. Y a partir de ahí, proyectar mentalmente lo que deseamos para poder hacerlo realidad. Tu negocio debe tener tu personalidad, debe ser auténtico para que sea fácil conectar con él, debes sentirte cómo con él y así es cómo se consigue fidelizar”, afirma Víctor Alonso, director de Espacio Kibo.
Y para que todo esto suceda, es importante la actitud. La impronta personal, el trato, es fundamental, ya que facilita que se cree un vínculo emocional. Es ahí cuando la clientela es vista casi como familia y en los lazos familiares no hay infidelidad que valga. “Para conectar con la clientela es fundamental trabajar con pasión. Es algo que no se puede disimular, que se transmite de forma inconsciente y que hace que no sientas que trabajas porque haces lo que más te gusta. El ambiente que se crea es espectacular, la clientela lo percibe y viene a tu salón para que le pongas guapa o guapo y, además, le regalas el poder desconectar un rato y salir con las pilas cargadas de positividad. En mi opinión, lo que hace que un salón tenga éxito o no es la motivación del profesional, es crucial porque repercute en todos los ámbitos. Si se trabaja desde la pasión todo fluye y es mucho más fácil. Dificultades tenemos todos, pero las afrontas de otra manera y eso las hace menos importantes”, añade Anna Barroca, directora de Anna Barroca.