Seguramente estas últimas semanas habrás notado que su caída es más intensa de lo habitual y que al peinar, el peine queda cubierto con un manto. En parte no debemos preocuparnos, venimos de una de las épocas de caída, la primavera. Sin embargo, este año se nos ha sumado el estrés de la pandemia. Convivencia 24 horas con la familia, posible pérdida de trabajo, problemas de salud, incertidumbre y la inédita situación de vernos encerrados en casa. Por eso, tendremos que observar si la caída persiste en el tiempo y es más intensa que otros años para buscar ayuda.
“Antes de nada, cuando observamos un exceso de caída, debemos analizar las causas para realizar un diagnóstico adecuado. Existen muchos tipos de alopecia, aunque básicamente se pueden agrupar en dos tipos: reaccional y progresiva. La primera se desencadena por situaciones temporales como el estrés intenso, la fatiga, algunos medicamentos o durante el posparto, en el que disminuyen los niveles de estrógeno responsables del anclaje del cabello al cuero cabelludo. La segunda, también conocida como alopecia androgenética, está provocada por causas hereditarias u hormonales. Por tanto, primero de todo, cabe distinguir si estamos ante la caída o la pérdida de cabello, ya que la caída es un proceso normal en la que el cabello vuelve a crecer; en cambio en la pérdida el manto capilar se reduce porque no se regenera, no vuelve a nacer y, al detectarse superficies menos pobladas, es necesario analizar qué lo está provocando”, aconseja Mª José Llata, de Peluquería Llata Carrera.
Una vez disponemos del diagnóstico, sabremos si debemos dirigirnos al médico o podemos iniciar un tratamiento que frene la caída y estimule que el cabello se regenere por sí mismo. Sin embargo, no solo somatizamos nuestro estado emocional a través de la caída, sino que también pueden aparecer alteraciones en la piel que demuestran que algo está interfiriendo en su funcionamiento. Tal y como afirma Pilar Zaragoza de Eos | Men: “Cualquier alteración interior se refleja en el cabello, el estrés puede causar caída, pero no solamente eso, también puede provocar dermatitis seborreica, es decir la aparición de escamas o eccemas sobre la piel en las zonas donde hay más grasa, como en el cuero cabelludo, que caen y provocan picor y enrojecimiento. Mientras solucionamos el origen de este desajuste, podemos recurrir a champús y tratamientos específicos que tratan y calman la piel, es decir el cuero cabelludo.”
La cosmética capilar ofrece toda una gama de champús, acondicionadores, mascarillas o aceites para tratar el cabello de forma externa, pero también contamos con nutricosmética y cápsulas para mejorar su estado y revigorizarlo desde dentro.
Y en todos estos procesos es importante que modifiquemos nuestros hábitos para proteger nuestro cabello y cuero cabelludo, dejarlo descansar para que se regenere y calme, tal y como nos asegura Charo García Ilitia, directora de Salón Ilitia: “Mientras tengamos alguna alteración en el cabello es recomendable evitar los componentes químicos, tales como el amoníaco, los parabenos o las herramientas de calor, ya que pueden sensibilizar e irritar el cuero cabelludo aún más si se encuentra en esta fase, debilitando la estructura capilar y haciendo que el cabello se muestre débil y quebradizo. También tenemos que ser muy cuidadosos con la higiene: una correcta limpieza del cuero cabelludo elimina el cúmulo de grasa y las descamaciones, así como restos de productos capilares y lo mantiene más sano. Eso sí, mientras lo lavamos y cepillamos, si estamos ante una fase de caída estacional, seremos más conscientes de esa pérdida temporal de cabello, ya que el lavado favorece que las fibras capilares que estaban a punto de caerse o que no se habían caído en los días previos se desanclen del cuero cabelludo y caigan por la fricción causada por los dedos y el peine.”
También es importante evitar acciones que puedan favorecer el desanclaje. Víctor Alonso del salón Espacio Kibo, recomienda que: “Cuando nuestro cabello está inmerso en un proceso de caída deberíamos evitar los recogidos muy tirantes, por ejemplo, en coletas o moños, así como accesorios metálicos, como las horquillas, que tienden a provocar esa tirantez. Del mismo modo bajaremos la temperatura del secador y en la medida de lo posible aparcaremos el uso de las planchas y stylers.”